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POR LA CONVERSION DE COMISIONES OBRERAS EN UNA ORGANIZACIÓN SINDICAL DE CLASE

El reciente Encuentro Estatal los pasados días 6 y 7 de diciembre promovidos por GANEMOS CCOO y la aprobación de su Manifiesto y Decálogo de Propuestas para recuperar CCOO para un sindicalismo combativo, de clase y democrático, nos invita a la elaboración de este documento en orden a una reflexión sobre los principios en los que se asentó el movimiento socio-político de Comisiones Obreras bajo la Dictadura, en las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo y que propiciaron lo que entonces se llamó, con justeza, el resurgir del movimiento obrero, tras la derrota en 1.939. De igual forma, abordar también el abandono de aquellos principios y su sustitución por una práctica reformista y de pacto social y sus consecuencias a partir de la Asamblea de Barcelona y los Pactos de la Moncloa hasta nuestros días.

La reivindicación hoy por GANEMOS CCOO de un sindicalismo combativo, de clase y democrático, nos retrotrae a los principios que dieron vida a Comisiones Obreras y que hicieron de esta organización un poderoso instrumento al servicio de los trabajadores y de sus intereses de clase, hasta el punto de propiciar un nuevo movimiento obrero que fue decisivo y protagonista en la recuperación de los derechos y libertades democráticas.

Ahora, la propuesta de GANEMOS CCOO de rescatar aquellos principios fundacionales de Comisiones, sin duda alguna contribuirá, si somos capaces de ponerlos en práctica, a una recuperación efectiva del sindicalismo de clase, tan necesario como antes, en esta coyuntura de crisis económica del capitalismo.

La tarea hoy es poner en marcha estos principios a sabiendas de que nos enfrentamos tanto al capital como a quienes encaramados en la cúpula de nuestro Sindicato se han entregado en cuerpo y alma al enemigo de clase.

Inmensa y grande tarea que requiere de esos valores de militancia y estudio a los que apelaba Bertolt Brech:

¡Asiste a la escuela, desamparado!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.

Un objetivo popular básico para las próximas convocatorias electorales

El sistema de la Transición

La proximidad de procesos electorales, de forma especial las legislativas de 2.015, obligan a preguntarnos qué es lo que tenemos que proponer y cómo debemos hacerlo para convertir en realidad ese esperado cambio sustancial en el voto de los electores. Las expectativas que ofrecen los sondeos de opinión apuntan a un importante retroceso del bipartidismo, tanto por la eclosión de un voto muy sensible a la corrupción, como por las secuelas muy generalizadas de la crisis económica del sistema.

Si analizamos las consecuencias que ha producido el sistema de la Transición y su Constitución -a quiénes ha beneficiado y a quiénes les ha perjudicado-, veremos con claridad que hoy es insostenible un cambio en la correlación de fuerzas que permita políticas sensibles a los intereses obreros y populares a través de su participación y protagonismo si no es en el marco de un nuevo escenario de “república democrática” mediante un proceso real de ruptura democrática.

La Transición, fruto de un pacto entre las fuerzas sociales, políticas y económicas de la dictadura franquista y las de las derechas nacionalistas, socialdemócrata y eurocomunista, auspiciado por el imperialismo, fortaleció el poder de la oligarquía en detrimento de los intereses obreros y populares con la instauración de un orden constitucional de evidente déficit democrático.

Así, el poder de la Banca hoy es muy superior al que disponía en las postrimerías del franquismo. Disminuye el sector público en beneficio de la banca privada. La exuberancia de los beneficios de ésta, aun en tiempos de crisis, es muy superior a la que obtiene en otros países del entorno europeo, y guarda relación directa con la carestía de los créditos y las dificultades para la financiación de la actividad económica, lo que se ha traducido en la imposición de peores condiciones de trabajo mediante sucesivas reformas laborales, destrucción sistemática de empleo y trabajo cada vez más precario.

Pese al carácter aconfesional – que no es lo mismo que laico - del Estado que proclama la Constitución del 78, el poder y los privilegios de la Iglesia Católica no han mermado ni mucho menos. Tal vez lo contrario. Así, la presencia en la educación a través de centros concertados confesionales, en los que el Estado subvenciona el adoctrinamiento católico. Su poder económico no deja de crecer con un patrimonio que se alimenta por vía testamentaria y la inmatriculación de bienes por la mera certificación obispal de dominio, sin olvidar las aportaciones presupuestarias anuales que han subido del 0,5% del impuesto sobre la renta de las personas físicas al 0,7% en 2.007. Se suma además, el abono de los salarios de los profesores de religión, los conciertos educativos, el privilegio de la exención de impuestos, ayudas directas para el sostenimiento del patrimonio artístico e inmobiliario, desgravación de las donaciones, etc. Más de 5.000 millones de euros anuales. El total de la transferencia presupuestaria en 2.012 alcanzó los 6.000 millones de euros. Un importe cercano a la nómina mensual de todos los pensionistas de España. O lo que es lo mismo, la doceava parte del presupuesto anual del total de las pensiones contributivas.